Carlos Sabinos – Op.Cit. (Adaptado por P. Lugano)
El análisis de datos
La información procesada
según vimos en el capítulo anterior tiene un valor inestimable: de ella
dependerá, por cierto, que puedan o no resolverse las preguntas iniciales
formuladas por el investigador. Pero, no obstante, esa información no nos
“habla" por sí misma, no es capaz por sí sola de darnos las respuestas
deseadas hasta tanto no se efectúe sobre ella un trabajo de análisis e
interpretación.
El
análisis de los datos no es una tarea que se improvisa, como si recién se
comenzara a pensar en él luego de procesar todos los datos. Por el contrario,
el análisis surge más del marco teórico trazado que de los datos concretos
obtenidos y todo investigador que domine su tema y trabaje con rigurosidad
deberá tener una idea precisa de cuales serán los lineamientos principales del
análisis que habrá de efectuar antes de comenzar a recolectar datos. Se podrá
definir así, con suficiente antelación, qué datos serán capaces de rechazar o
afirmar una hipótesis, qué resultados indicarán una u otra conclusión. Esta
actividad, llamada por algunos autores análisis anticipado es fundamental
para evitar sorpresas lamentables, como por ejemplo la de encontrar que no
tenemos suficientes datos al final del procesamiento, o de que los que poseemos
no nos sirven en realidad para mucho.
Para
desarrollar la tarea analítica hay que tomar cada uno de los datos o conjuntos
homogéneos de datos obtenidos, e interrogarnos acerca de su significado,
explorándolos y examinándolos mediante todos los métodos conocidos, en un
trabajo que para obtener los mejores frutos debe ser paciente y minucioso. De
acuerdo al tipo de datos que se estén analizando se procederá de un modo u
otro, según técnicas y procedimientos que inmediatamente veremos.
Análisis
cuantitativo
Este tipo de operación se
efectúa, naturalmente, con toda la información numérica resultante de la
investigación. Esta, luego del procesamiento que ya se le habrá hecho, se nos
presentará como un conjunto de cuadros, tablas y medidas, a las cuales se les
han calculado sus porcentajes y presentado convenientemente.
Para cada
cuadro que se haya obtenido será preciso evaluar el comportamiento de las
variables que aparezcan en él, precisando la forma en que actúan
individualmente. Luego se observarán las relaciones que pueden percibirse entre
una y otra variable, si el cuadro es de doble entrada, tratando de precisar la
forma en que una afecta a la otra. Si se trata de un cuadro de tres variables
será conveniente examinar primero los valores totales, pues en ellos se ve el
funcionamiento global de cada variable operando de modo independiente, para luego
pasar a confrontar, por pares, las variables, tratando de detectar las
influencias que existan entre ellas.
Daremos a
continuación un sencillo ejemplo de un cuadro de doble entrada para que se
entienda mejor este proceso:
OPINION FRENTE AL
ASUNTO X, DE ACUERDO AL SEXO
Sexo
Femenino Masculino Total
Opinión
% %
%
A favor
53 52
53
En contra
46 30
38
No responden
1 18
9
(Total casos)
(830) (822)
(1.652)
¿Qué
observamos aquí? Tomemos en primer lugar la variable dependiente como un
conjunto: vemos que la mayoría de los entrevistados esta a favor de X,
aunque existe un porcentaje nada despreciable que se expresa en contra. La
proporción de respuestas favorables supera, sin embargo, la mitad del total. Si
analizamos ahora las opiniones vertidas de acuerdo a su distribución según sexo
(variable independiente) veremos que: a) para las respuestas favorables existe
un porcentaje similar tanto entre los hombres como entre las mujeres (52 y 53%,
respectivamente); b) las respuestas contrarias a X son sensiblemente
mayores entre las mujeres; c) ello obedece a que, entre la parte masculina de
la muestra, son muchas las personas que no responden, tal vez por no tener una
posición definida frente al problema. Tomando las mujeres como conjunto diremos
que la mayoría de ellas están a favor, aunque el porcentaje en contra de X
es casi tan grande como el favorable: 46 frente a 53%. Entre los hombres, en
cambio, si bien se mantienen proporciones semejantes de respuestas positivas,
el porcentaje en contra es menor porque aumenta aquí, relativamente, la
proporción de quienes no se definen.
Como verá
el lector lo que hemos hecho no es más que una simple relación, una descripción
detallada de todo lo que puede verse en el cuadro. Este es un ejemplo
idealmente simple en él nos ha interesado más mostrar el procedimiento a
emplear que hacer un verdadero análisis del cuadro. Por eso nuestro análisis no
se remonta más que a lo simplemente apreciable a primera vista. Para efectuar
un auténtico trabajo de análisis sería indispensable conocer con exactitud el
marco teórico de la investigación, lo que equivale a decir el porqué de haber
obtenido los datos referidos. Sólo a la luz de esos supuestos teóricos es que
los datos cobran un sentido pleno y, por lo tanto, puede realizarse un análisis
auténtico y significativo de toda la información. En la práctica, es corriente
encontrar que el análisis estadístico se hace mucho más complejo. En este libro
no creemos adecuado desarrollar las técnicas matemáticas y lógicas de análisis
más allá de unas indicaciones generales, pero el lector interesado podrá
consultar con provecho las obras de especialistas en la materia, como Paul F.
Lasarsfeld, Johan Galtung y otros.
Siguiendo
con el proceso analítico diremos que es preciso calcular, cuando se trata de
datos obtenidos a partir de muestras, los niveles de significación de las
diferencias que aparecen entre porcentajes o entre promedios. Pueden aparecer
diferencias entre porcentajes que son inferiores a los errores muestrales, por
lo que antes de afirmar alguna conclusión es preciso conocer los límites dentro
de los cuales estas diferencias son estadísticamente significativas. También
será necesario, según los casos, calcular determinados coeficientes de
correlación, estudiar las variaciones sistemáticas de la información
registrada, buscar la estacionalidad y las tendencias que manifiestan las
variables y muchas otras operaciones semejantes que permiten sacar conclusiones
apropiadas sobre la base de los datos obtenidos.
Cuando ya
se hayan hecho todas estas actividades el análisis de las cifras, en un sentido
estricto, habrá concluido. Antes de pasar a la labor de síntesis es necesario
registrar por escrito todos los hallazgos del análisis, para cada cuadro
examinado. A partir de ellos es que se podrán extraer conclusiones más
generales, por lo que no conviene pasarlos por alto o confiarlos a la memoria.
Cabe advertir, para terminar, que no conviene reproducir en palabras todo
lo que aparece en un cuadro determinado: esa es más una tarea de transcripción
verbal que de análisis propiamente dicho y su resultado hace innecesariamente
fatigosa la lectura del informe de investigación.
Análisis cualitativo
Se refiere al que procedemos
a hacer con la información de tipo verbal que, de un modo general, se ha
recogido mediante fichas de uno u otro tipo. Una vez clasificadas éstas, tal
como referíamos en el capítulo anterior, es preciso tomar cada uno de los
grupos que hemos así formado para proceder a analizarlos. El análisis se
efectúa cotejando los datos que se refieren a un mismo aspecto y tratando de
evaluar la fiabilidad de cada información.
Si los
datos, al ser comparados, no arrojan ninguna discrepancia seria, y si cubren
todos los aspectos previamente requeridos, habrá que tratar de expresar
lo que de ellos se infiere redactando una pequeña nota donde se sinteticen los
hallazgos. Si, en cambio, las fichas aportan ideas o datos divergentes, será
preciso primeramente determinar, mediante la revisión del material, si se ha
cometido algún error en la recolección. Si esto no es así será necesario ver si
la discrepancia se origina en un problema de opiniones o posiciones contrapuestas
o si, por el contrario, obedece a alguna manera diferente de categorizar los
datos o a errores de las propias fuentes con que estamos trabajando. En todo
caso será conveniente evaluar el grado de confianza que merece cada fuente,
teniendo en cuanta su seriedad, sus antecedentes y referencias y toda otra
información que pueda resultar de valor al respecto. Ya adoptada una posición
frente a las discrepancias encontradas será el momento de pasar a registrar los
hallazgos, nuestras opiniones personales y conclusiones parciales, con lo cual
estaremos en condiciones de pasar al siguiente paso, el de la síntesis.
La síntesis
Con la síntesis e
interpretación final de todos los datos ya analizados puede decirse que
concluye la investigación, aunque teniendo en cuanta que la misma, considerada
como intento de obtención de conocimientos, es siempre una tarea inacabada, que
debe continuar por fuerza en otras investigaciones concretas.
Sintetizar es recomponer lo que el análisis ha separado, integrar todas las conclusiones
y análisis parciales en un conjunto coherente que cobra sentido pleno,
precisamente, al integrarse como un todo único. La síntesis es, pues, la
conclusión final, el resultado aparentemente simple pero que engloba dentro de
sí a todo el cúmulo de apreciaciones que se han venido haciendo a lo largo del
trabajo. Las conclusiones finales sólo resultan pertinentes para responder al
problema de investigación planteado cuando, en la recolección, procesamiento y
análisis de los datos, se han seguido los lineamientos que surgen del marco
teórico.
Para
alcanzar este resultado se deben tomar en consideraciones todas las
informaciones analizadas, utilizando para ello las notas ya elaboradas, donde
se habrán registrado los hallazgos parciales que hemos hecho. En el caso de
cuadros estadísticos se procederá a comparar los hallazgos de cada cuadro con
los otros que tienen relación con el mismo. Así se irá avanzando hacia
conclusiones cada vez más generales, menos parciales. Se podrán confeccionar
cuadros-resumen, que sinteticen la información más importante que se halla
dispersa en otros, para poder presentar un panorama más claro a nuestros
lectores. Se procederá, sólo entonces, a extraer las conclusiones finales, que
reflejen el comportamiento global de las variables de interés. En función de
ellas redactaremos nuestra síntesis, lo que conviene hacer primero
escuetamente, anotando sólo lo esencial. Esta primera síntesis debe ser
ordenada y precisa, para lo cual es conveniente numerar nuestras conclusiones correlativamente,
teniendo presente el planteamiento inicial del trabajo.
Para el
caso de los datos secundarios se ha de proceder como si se tratara de componer
o montar el trabajo general a partir de los elementos parciales de que
disponemos. Es una labor eminentemente constructiva, que ha de hacerse
parcialmente, para cada punto o capítulo, viendo qué se puede afirmar en cada
caso, de qué elementos de apoyo disponemos y cuáles son las conclusiones del
caso.
Será
aconsejable que, para esta información bibliográfica, redactemos
esquemáticamente nuestras conclusiones, primero en forma parcial y luego
abarcando cada vez más elementos, hasta llegar a elaborar la síntesis final del
trabajo. Para ello es necesario que observemos la correspondencia de cada uno
de los puntos ya analizados, analizando en qué medida se complementan u oponen
y de qué modo pueden ser organizados en un conjunto coherente.
Resta,
luego de todo lo anterior, proceder a redactar el informe de la investigación.
Pasaremos ahora a ver algunos aspectos elementales de esta última tarea.
El informe de
investigación
Es una característica
importante de la ciencia la de hacer públicos sus resultados, poniendo al
alcance de la comunidad científica -y por supuesto, del público en general- los
avances realizados en cada rama del saber. Esto sólo se logra publicando
informes que, en forma ordenada, permitan comprender la naturaleza y objetivos
de cada investigación y las conclusiones a las que se ha arribado. Por lo tanto
podemos decir que la redacción del informe final, que es el instrumento que
satisface este objetivo, no es una mera formalidad de realización casual o
interés secundario, sino una parte constitutiva e importante del trabajo
científico en sí.
No debe
pensarse que la estructura de dicho informe reproduce los pasos que el
investigador ha dado en el curso de su trabajo, en su orden y progresión. No,
la lógica que conduce la investigación admite un planteamiento flexible, con
frecuentes interrupciones, vueltas atrás, inevitables errores e informaciones
que se descartan. El informe, en cambio, debe poseer su propia lógica interior,
presentando clara y ordenadamente los resultados del trabajo, y debe tener una
estructura tal que permita su comprensión sin mayor dificultad. Es corriente al
respecto que se hable de la diferencia entre un método de investigación y un
método de exposición, aunque en este último caso el uso de la palabra método no
parece totalmente adecuado porque no se trata en realidad de un camino o forma
para realizar algo sino de un modelo que permite estructurar lógicamente la
información a transmitir.
En todo
caso lo importante es reconocer que el camino que sigue la investigación no
puede ser el mismo que la forma o estructura de la exposición de sus
resultados. La información que habrá de presentarse debe organizarse de tal
manera que dé al lector la sensación de estar ante una ordenada secuencia
lógica, haciendo que los hechos se encadenen entre sí y tratando de
presentarlos de un modo coherente, sin fracturas.
El
contenido del informe de investigación no puede ser fijado de modo esquemático
para todos los casos, aunque hay algunos elementos que deben necesariamente
estar presentes para no afectar la seriedad del trabajo. Ellos son, básicamente,
las secciones del trabajo que permiten precisar los objetivos y el sentido de
la investigación, el método utilizado, las matrices teóricas en que se inscribe
el trabajo y las fuentes y los hechos que nos permitan arribar a determinadas
conclusiones.
En virtud
de lo anterior puede esquematizarse la exposición de la investigación en tres
grandes secciones diferenciadas:
1) Una sección preliminar
donde aparecen los propósitos de la obra, donde se pasa revista a los
conocimientos actuales sobre la materia y se definen las principales líneas del
tema a desarrollar. Junto con este material se agrupan generalmente
justificaciones respecto a la importancia del tema elegido y otros
planteamientos similares. La introducción del trabajo es, por lo
general, el sitio más apropiado para exponer los puntos que acabamos de
mencionar. La misma se redacta teniendo muy en cuenta lo que ya se ha escrito
en el proyecto de investigación pues, como el lector apreciará, ambos textos
tienen mucho en común.
2) El cuerpo central
del informe donde se desarrolla propiamente el tema, se expone en detalle las
consideraciones teóricas que guían la investigación y se exponen los hallazgos
que se han hecho, con su correspondiente análisis e interpretación. Por eso en
este cuerpo principal del trabajo deben aparecer los cuadros estadísticos que
resumen los resultados de la investigación.
Consta generalmente de
varios capítulos que se van desenvolviendo de tal modo que las transiciones
entre uno y otro sean mínimas, y que se enlazan de acuerdo a un orden general
de exposición. Este puede ir de lo más general hacia lo más particular, desde
lo más abstracto a lo más concreto, proceder según un orden cronológico o
adoptar otras formas, a veces bien diferentes a las señaladas. Lo importante,
en todo caso, es que se alcance la mínima y necesaria coherencia que permita
integrar a la obra como un todo orgánico y a partir de la cual se pueda
reconstruir la realidad en su unidad y multiplicidad. Esta es la parte más
larga del informe de investigación y debe corresponder al desenvolvimiento
anunciado ya en la introducción.
3) Una sección final donde
se incluyen la síntesis o conclusiones generales del trabajo y, si las
hubiere, las recomendaciones del mismo. A esta sección final le sigue una parte
complementaria integrada por la bibliografía, los anexos o apéndices y el
índice o índices de la obra. El índice general, sin embargo, también se puede
colocar al comienzo. En estos anexos aparecen algunos de los cuadros
estadísticos, mapas y textos complementarios que, por su extensión, no resulta
conveniente intercalar en el informe, pero que pueden resultar de interés para
algunos lectores o de apoyo a las ideas expuestas en el informe.
Por
supuesto que la estructura concreta de cada obra varía de acuerdo a la
extensión de la misma, al tema tratado y a la metodología empleada en la
investigación. Los informes cortos tienen esquemas más simples y a veces no se
dividen en capítulos sino en tres o cuatro partes, v.g.: 1) introducción; 2)
análisis de los datos; 3) síntesis; 4) anexos. Los trabajos mayores presentan
siempre una estructura articulada de capítulos, que admiten a su vez divisiones
menores en puntos y sub-puntos.
Si la
metodología utilizada en la investigación es original, ha tenido que resolver
problemas poco frecuentes o se caracteriza por su complejidad, conviene
exponerla separadamente, como un capítulo aparte que se colocará entre el marco
teórico (o la introducción) y los resultados. En caso contrario podrá incluirse
como un aspecto más a tratar en la introducción.
Cuando se
escribe es preciso tener en cuenta el lector medio hacia el cual nos dirigimos
para delinear un lenguaje y una forma de presentación adecuada a sus
conocimientos, especialmente en cuanto a la exposición de los aspectos más técnicos
del trabajo. No tiene sentido llenar páginas con resúmenes de obras ya
publicadas, con recapitulaciones demasiado extensas o con comentarios de hechos
que pueden apreciarse por sí mismos; pero no debe descuidarse, por el
contrario, la presentación explícita de cualquier detalle que -si bien puede
resultar familiar para el autor- quizás resulte desconocido para los
potenciales lectores del trabajo.
Para
finalizar esta sección queremos insistir en que no existe una sola forma
correcta de presentar trabajos científicos. Según el estilo y la preferencia de
cada autor será posible organizar esquemas diferentes. Todos son válidos,
creemos, si son completos, rigurosamente ordenados y facilitadores de la
lectura y comprensión.
Recomendaciones
sobre la redacción del informe
Resulta difícil tratar de
definir procedimientos o técnicas que resuelvan esta tarea, pues no se trata de
un actividad mecánica sino esencialmente creadora. Algunas observaciones
prácticas al respecto corresponden a la importancia que hay que otorgar a los
problemas puramente gramaticales, que no es del caso exponer aquí, pues son
comunes a la expresión escrita en general. No obstante, como fruto de la
experiencia concreta de quien escribe estas líneas, creemos pertinente hacer
algunas recomendaciones que aconsejamos seguir a quienes no están demasiado
familiarizados con el trabajo de redacción. Ellas son:
a) No tratar de
redactar el trabajo de primera intención: muy pocas personas tienen la
habilidad y el suficiente dominio del idioma como para redactar prolijamente un
informe -sobre un tema más o menos complejo- sin apelar a borradores, múltiples
correcciones y diversos ensayos. Pretender eludir esta tarea puede resultar, en
casi todos los casos, algo frustrante. Por eso aconsejamos que, como primer
paso, se intente una redacción provisional en la que la preocupación central
sea la de presentar todos los temas a tratar con claridad y sencillez.
Después de un cierto tiempo
-que permite tomar alguna distancia con lo escrito- conviene retomar lo ya
hecho, revisarlo y emprender una nueva redacción, que habrá de ser más
cuidadosa y donde ya podremos concentrarnos en el estilo y la corrección
gramatical. Esta labor puede ser ejecutada dos, tres, cuatro o más veces, según
las dificultades que se encuentren, hasta que nos encontremos satisfechos con
lo alcanzado.
b) No esforzarse por
seguir un orden rígido en la redacción: no existe ninguna necesidad, ni
teórica ni práctica, de que la redacción siga el mismo orden que ha de poseer
el informe. Probablemente haya en el trabajo algunos aspectos que, antes de la
finalización del mismo, ya puedan adoptar una forma definitiva; puede haber
otros que, aunque situados al comienzo del informe, deban esperar algo más para
ser redactados en forma completa y acabada. En este sentido la experiencia
indica que la rigidez sólo constituye una pérdida de esfuerzos y de tiempo. La
introducción de un trabajo, por ejemplo, casi siempre se escribe después que el
resto del informe haya sido completado, pues resulta más sencillo introducir y
presentar un trabajo que ya se tiene a la vista.
c) Cuidar
minuciosamente la lógica interna: redactar bien no es sólo una tarea
gramatical sino, y casi podríamos decir fundamentalmente, un trabajo de lógica
aplicada. Sólo lo que se tiene claro en el intelecto puede ser llevado a la
palabra con claridad. Podríamos decir que, sin una redacción lógicamente
consistente, un trabajo científico se desmerece seriamente, pues arroja dudas
acerca de la propia capacidad de razonamiento del autor. La ciencia no necesita
de ambigüedades ni de innecesarios adornos: al contrario, siempre es meritorio
el esfuerzo por hacer claro aquello que de suyo es complicado y difícil de
entender.
d) Emplear un lenguaje
adecuado al tema: un informe de investigación debe ser comprendido por
cualquier lector que posea la mínima base teórica necesaria. Por lo tanto debe
expresarse en forma clara y sencilla, directa, omitiendo pasajes confusos o
demasiados extensos y las oraciones que puedan interpretarse en más de un
sentido. Lo estético en la ciencia es la claridad y la precisión, no la
oscuridad o la vaguedad en el lenguaje. Por último queremos recalcar que nunca
se debe tratar de impresionar al lector mediante la utilización de términos
grandilocuentes o expresiones rebuscadas. La idea más complicada que pueda
concebirse admite siempre una exposición sencilla, pues la oscuridad en la
expresión es casi siempre efecto de la confusión mental. Quien trata de
sorprender e impactar a los lectores cuando escribe demuestra ser un pobre
científico y arroja sobre sí la sospecha de su poca capacidad como
investigador.
Ejercicios
Enviar respuestas a mi correo (plugano@gmail.com)
Grupos de 2 personas
Apliquen a una muestra de 20 personas jóvenes el cuestionario sobre el consumo de bebidas alcohólicas diseñado en el tema anterior, tabula los resultados y analízalos cuali-cuantitativamente. Al final elaboren sus propias conclusiones sobre los resultados obtenidos. Envíen sus análisis a mi correo.
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