Los resultados
Si bien no cabe efectuar, en este
libro, una descripción detallada de las diversas acciones que ejecuta un
investigador en el curso de su trabajo, pensamos que resultará útil realizar
una breve reseña de las mismas. Ello nos facilitará la tarea de explicar cómo
se va procediendo a la redacción del informe final.
Concluir un proyecto -y hacer que éste
sea aprobado, cuando así se lo requiere, por alguna institución- significa
haber trazado un camino que nos puede conducir bastante rectamente hacia el fin
propuesto. Naturalmente, ello resultará más o menos fácil según la calidad y el
grado de precisión que posea ese proyecto y dependerá, sin duda, de lo
ambiciosa que sea la indagación planificada. Para poner en marcha el trabajo
será preciso desarrollar, simultáneamente o no, algunas de las siguientes
actividades: [V. Sabino, El Proceso..., Op. Cit., pp. 35 a
41, 113 y ss., y 129 y ss.]
Continuar con las lecturas de la bibliografía existente
pero ahora, por cierto, con un criterio más estricto: ya no se tratará de
acopiar, simplemente, la información que nos permita definir y situar nuestro
problema, sino que habrá que buscar sistemáticamente el conjunto de datos que
lleven a su resolución. Ello implica realizar un tipo de lectura distinto al
anterior, pues será necesario revisar cuidadosamente todas las fuentes
existentes, centrarse en aquellos aspectos que son potenciales informaciones
de interés e ir extrayendo -mediante fichas u otro sistema equivalente- todo
aquello que vaya resultando útil para la investigación. [ V. Hochman
y Montero, Op. Cit.]
|
|
Preparar el trabajo de campo. Al respecto existen, por
supuesto, innumerables posibilidades según el diseño que siga la indagación.
De todas maneras es necesario trazar primeramente un cuidadoso plan de
trabajo que podrá incluir, según los casos: visitas a los lugares de interés,
especialmente cuando se hacen trabajos de campo en lugares poco conocidos;
obtención de los materiales y los equipos necesarios, especialmente en
investigaciones de laboratorio; selección de la muestra, cuando se utiliza
ese procedimiento estadístico; definición de las técnicas de observación y de
entrevistas que hayan de usarse, etc. Lo que hay que determinar, en síntesis,
son las características precisas del diseño a implementar, definiendo su
estructura básica, las técnicas de recolección de datos a utilizar y otros
elementos específicos.
|
|
Perfeccionar el marco teórico, especialmente en cuanto
a su operacionalización. Es habitual que en un proyecto exista ya una
exposición básica del mismo pero, cuando se pasa a la fase operativa del
trabajo, es preciso que ésta se transforme en algo mucho más exacto: habrá
que definir con precisión las variables y sus relaciones, así como encontrar
-para cada una de las mismas- los indicadores que permiten medir sus
manifestaciones concretas.
|
|
Elaborar los instrumentos de recolección de datos. Para
el caso de las investigaciones que requieran de observaciones o entrevistas
sistemáticas será necesario construir las pautas de recolección y los
cuestionarios correspondientes. Ello se hará sobre la base de la
operacionalización de las variables y teniendo en cuenta las técnicas de recolección
escogidas.
|
|
Recoger los datos. Aquéllos que se denominan
secundarios se extraerán de la bibliografía revisada, en tanto que los
primarios, los que provienen del trabajo de campo, habrán de obtenerse por
medio de los instrumentos de recolección, sean estos aparatos específicamente
diseñados para tal fin (microscopios, medidores, cámaras, etc.) o se trate de
pautas o cuestionarios elaborados por el propio investigador.
|
El producto de toda esta actividad
-muy variable, como es de imaginar, según lo que se esté estudiando- es un
conjunto de datos o informaciones que constituyen lo que podríamos denominar resultados
no procesados de la investigación. Ellos serán la materia prima que
utilizaremos para escribir la tesis o informe del trabajo, mediante una labor
intelectual de ordenamiento, análisis e interpretación.
La organización
del material
Al concluir las tareas de recolección,
el investigador estará en posesión de un conjunto de elementos disímiles:
tendrá fichas, resúmenes y extractos de textos, registros de datos, apuntes con
otras informaciones adquiridas durante su trabajo de campo y anotaciones
diversas que ha ido haciendo durante el curso de sus lecturas y sus
reflexiones. También poseerá -y esto es quizás lo más importante- ideas,
intuiciones y razonamientos parciales sobre el significado de la pesquisa
realizada. Se impone, por cierto, proceder a organizar todo esto, a darle forma
para que surja de allí una disertación coherente que refleje el trabajo ya
hecho y permita destacar los conocimientos obtenidos.
Esta labor de organización se puede
efectuar de varias maneras, siguiendo criterios diferentes. No se trata de
adherirse a patrones fijos sino de emplear, según las circunstancias, diversas
modalidades de trabajo. Desde un punto de vista general, abstracto, existen sin
embargo dos caminos básicos para desarrollar esta tarea. Ellos son opuestos
pero no excluyentes ya que, al contrario, conviene por lo general
complementarlos.
El primero opera sobre el principio de
la inducción y consiste, por lo tanto, en ir agrupando los datos según su tipo
y naturaleza, integrándolos así en conjuntos coherentes. Poco a poco se van
formando agregados más vastos, hasta que todo el material queda organizado de
un modo sistemático en algunas pocas grandes unidades. El otro procedimientos
se basa en el principio opuesto: parte de lo general, de la lógica global de la
investigación, para alcanzar gradualmente -mediante sucesivas distinciones
conceptuales- el nivel de los plurales datos concretos. Es conveniente que el
lector ejercite su entendimiento en ambos procesos mentales, para que pueda así
recorrerlos con precisión y facilidad. Con el objeto de favorecer esa práctica
insertamos, seguidamente, algunos ejemplos ilustrativos.
Supongamos que en el curso de una
investigación se efectúen una serie de registros meteorológicos que permiten
definir el clima de una región determinada. Será preciso entonces agrupar los
datos correspondientes a cada variable (temperatura máxima, mínima y promedio,
humedad, velocidad y dirección del viento, presión atmosférica, etc.) mediante
tablas apropiadas. Tal vez convenga hacer una tabla con los sucesivos registros
que corresponden a cada una de ellas a lo largo del tiempo, organizar los datos
según las diferentes estaciones de registro o combinar ambos elementos en un
cuadro general. Lo importante es encontrar una forma de presentar la
información sistemáticamente, procesándola de modo tal que todos los
registros de un mismo tipo aparezcan juntos en una sola relación global; ésta
puede ser una tabla, un cuadro estadístico, o un simple listado. Cualquier
manual de estadística básica nos puede informar respecto a las formas usuales
de agrupamiento de datos y en cuanto al tipo de procesamiento matemático
inicial que ellos pueden sufrir.
Otro caso puede darse cuando se
realizan entrevistas a personas que nos informan respecto a algún problema de
interés, como las experiencias vividas durante cierto suceso histórico, por
ejemplo. Aquí las variables no aparecen nítidamente separadas como sucedía con
la temperatura o la humedad, y por lo tanto se impone un trabajo clasificatorio
más complicado. Este tendrá que tener en cuenta los aspectos concretos, bien
específicos, de la información adquirida: se agruparán así, por ejemplo, todos
los que se refieran a un cierto suceso, provengan de las entrevistas, de algún
otro instrumento de recolección o de fuentes bibliográficas. Es fácil así reunir
informaciones relativas a puntos determinados de lo que nos interesa, aunque
los mismos, al principio, puedan aparecer como desconectados entre sí. Ya habrá
ocasión de hacer posteriores agrupamientos más generales, hasta llegar -en lo
posible- a cubrir el conjunto de los datos obtenidos.
Podríamos continuar dando ejemplos de
este tipo de procesamiento para datos propios de otras disciplinas: el registro
sucesivo de la magnitud de una estrella variable, la evolución de los tipos de
cambio, las respuestas de un determinado molusco ante diferentes estímulos. La
similitud última de todos estos casos, en un sentido metodológico, nos exime de
abundar en mayores detalles. Resulta interesante en cambio examinar brevemente
el otro procedimiento, aquel que, como decíamos, opera desde lo general hacia
lo particular.
Situémonos ahora en una investigación
descriptiva que tenga por objeto elaborar el diagnóstico completo de una
empresa. A medida en que se recoge información ésta podrá ir agrupándose en
algunas grandes categorías, que se desprenden del modelo teórico sobre el que
se basa el diagnóstico. Tendremos así lo relativo a los procesos productivos,
la organización funcional, el mercadeo, los aspectos financieros, etc. Todos
los datos que se vayan obteniendo se irán así insertando en alguna de estas
grandes divisiones, que también podrán subdividirse a su vez, para llegar a un
nivel de particularización adecuado.
Como verá el lector este
procedimiento, aunque opuesto por su punto de partida al anterior, en nada
resulta incompatible con el mismo. Es factible ir trabajando por ambas vías
simultáneamente, según las características de los datos que se vayan
recogiendo, hasta llegar a un sistema global, que nos permita ubicar toda la
información de un modo coherente y bien estructurado.
Naturalmente, no es posible hacer esto
de un modo absoluto, para todos los datos que hayamos recogido. Siempre
habrá algunos que no encajen bien en las categorías de clasificación
elaboradas. No debe preocuparse el tesista por esta circunstancia,
especialmente si ello ocurre con un volumen más o menos reducido de
información. Ya habrá oportunidad de hacer una clasificación más afinada cuando
se posea un esquema expositivo general, de modo que allí pueda situarse aquéllo
que en principio no parece fácilmente ordenable. Pero, en última instancia,
tampoco tenemos que impacientarnos si ni aún así es posible resolver este
problema: es preciso recordar que no toda la variada información obtenida
en un proceso de investigación puede razonablemente ser registrada en su
informe final. A veces existirá un exceso de detalles que no conviene
transcribir; en otros casos se recogerán interesantes aunque lejanos
antecedentes de una situación; podrán aparecer informaciones imprevistas, que
no caben dentro de las propuestas teóricas iniciales, o datos sugerentes, que
estimulan la imaginación pero que resultan por el momento imposibles de
verificar. Es siempre preferible mantener la unidad expositiva básica de la
tesis o del informe que buscar, empecinadamente, que todos los variados datos
recogidos aparezcan en el mismo. Cabe además el recurso inteligente de separar
la información no utilizada para emplearla -más adelante- como insumo de alguna
nueva indagación.
La exposición anterior, lo imaginamos,
puede dar la sensación de que se están pasando algunas cosas por alto. ¿Qué
hacer -dirá el lector- con tantas ideas que se nos van ocurriendo de un modo
espontáneo sobre el problema en estudio? ¿Cómo organizar los apuntes, notas y
observaciones que se tienen, y que ocupan a veces muchas páginas? Todo este
material que se va acumulando, casi siempre de un modo no previsto, tiene sin
duda un gran valor. El mismo representa ya parte del análisis y la
prefiguración de las conclusiones, pero debe ser procesado, obviamente, para
que adquiera plena significación. Parte de este procesamiento puede realizarse
siguiendo los mecanismos de agrupamiento de la información ya citados; pero,
para alcanzar una utilización realmente completa, es preciso contar con otro
elemento, al que luego nos referiremos: el esquema expositivo o plan
de texto.
Si el tesista ha concluido ya con la
etapa de recolección de datos y ha procedido a realizar las operaciones que
mencionamos en la presente sección podrá tomar ahora sus apuntes previos para
considerar si ellos se pueden incorporar, de un modo directo, a algunas de las
informaciones que ha ido procesando. Conviene que esta tarea se realice
conjuntamente con la primera fase del análisis de datos, como inmediatamente mostraremos.
Los datos obtenidos suelen dividirse,
según su forma, en dos grandes categorías: numéricos y verbales. Los primeros
se tabulan de modo de construir con ellos apropiados cuadros estadísticos, de
acuerdo a los procedimientos que se exponen en los textos de metodología. [V.
por ejemplo a Galtung, Johan, Teoría y Métodos de la Investigación Social,
Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1971, así como a Sabino, El Proceso..., Op.
Cit., pp. 153 a 167.] Los segundos pueden ser transformados en información
numérica -mediante un proceso que se denomina codificación- o mantenidos en su
carácter verbal, agrupándoselos según tipo y tema. Así debe procederse también
con el contenido de las fichas, de modo tal de ir construyendo, en uno u otro
caso, unidades coherentes de información. Sobre estos materiales debe iniciarse
entonces el análisis: hay que estudiarlos detenidamente para tratar de
comprender qué significado tiene cada cuadro y cada grupo de oraciones
referentes a un idéntico punto. Se impone, en tal momento, la tarea de
establecer por escrito las reflexiones preliminares que surjan de ese examen.
Es conveniente que el tesista vaya
anotando las ideas que le son sugeridas por la información que revisa: puede
observarse así el comportamiento de un cierto indicador, el tipo de relación
que parece existir entre dos variables, la forma en que fluctúa una magnitud
determinada o las apreciaciones que nos merecen ciertos hechos u opiniones que
aparecen en los relatos de los entrevistados o en la bibliografía. Es muy útil,
verdaderamente, apuntar lo que se va observando mediante breves observaciones
que queden por escrito. Aquí, precisamente, habrá que consultar las anotaciones
previas para encontrar los casos en que ellas tienen relación con los
contenidos de esta primera fase del análisis. De este modo se va realizando una
primera forma de contrastación entre los contenidos teóricos iniciales y los
datos recogidos, objeto fundamental de toda indagación científica.
Es muy probable, por cierto, que una
gran cantidad de tales anotaciones no pueda incorporarse en esta fase del
trabajo, especialmente porque ellas sean de naturaleza muy general, vinculadas
más a las conclusiones globales que al análisis pormenorizado. En todo caso es
conveniente ir clasificando esas observaciones de acuerdo a su carácter, con lo
que se podrá ir configurando un archivo de notas que posea un mínimo de orden
interior. No obstante, no podrá avanzarse demasiado en esta línea si no se
posee ya un esquema que nos permita organizar el conjunto de ideas
concernientes a la investigación.
El esquema
expositivo
Una Primera Aproximación
No existe un procedimiento sencillo,
más o menos rutinario, que nos permita elaborar siempre un esquema expositivo
adecuado. Ello es de lamentar porque la feliz comunicación de un trabajo
científico depende estrechamente de la construcción de un buen esquema,
completo y orgánico, que nos facilite la transmisión de los resultados de la
investigación y de los razonamientos que la acompañan.
Desde un punto de vista operativo un
esquema expositivo es un elemento ordenador que nos permite clasificar todos
los contenidos a transmitir, prefigurando así lo que habrá de ser el índice
general del trabajo terminado (V. supra, 3.4.4). En tal sentido cumple la
función de ofrecer una guía, un hilo conductor con el que se logran armonizar
los diferentes elementos de la exposición. Se obtiene también así una clave
para ir incorporando diversas informaciones e ideas que se presentan durante el
desarrollo del trabajo investigativo. De lo anterior se desprende, de un modo
obvio, que un esquema es valioso en la medida en que posee una sólida lógica
interior y una cobertura completa de los puntos a tratar. Si el tesista tiene
ya datos suficientes y ha construido un esquema expositivo apropiado sólo tiene
ante sí la tarea de escribir, que ofrece por cierto grandes desafíos, pero que
en todo caso no presenta las dificultades metodológicas de las anteriores.
Para elaborar con éxito un esquema de
este tipo resulta provechoso, en casi todos los casos, consultar el proyecto de
investigación previo. Este documento nos puede indicar indirectamente cual ha
de ser la estructura básica del esquema, orientándonos en cuanto a su
conformación general. También es conveniente, por supuesto, revisar la forma en
que se han presentado otras investigaciones similares a la nuestra y tener en
cuenta el análisis preliminar de la información ya realizado.
La primera esquematización que se nos
presenta es la más general, la que se corresponde con la estructura básica de
un trabajo científico (V. supra, 3.1). Ella consiste en tres secciones básicas:
elementos introductorios, cuerpo de la exposición y conclusiones (con otros
elementos finales). Sobre esta base no se puede alcanzar más que una
organización todavía muy primaria y tosca de la información, aunque ya eso es
un avance. A través de esta primera aproximación es posible clasificar, a
veces, gran parte de las notas y observaciones generales que hemos ido
haciendo.
Si la tesis se basa en una investigación
de campo tenemos la opción de utilizar un esquema-base al que también ya nos
hemos referido (V. supra, 3.3):
Introducción
|
|
Cuerpo del Trabajo
|
Marco Teórico
|
Metodología
|
|
Análisis de Datos
|
|
Conclusiones
|
Esta estructura, que muestra ya una
separación entre elementos conceptualmente diferentes, puede servirnos para
llegar a un esquema expositivo más definido y completo. Para hacerlo es preciso
simplemente pensar que las tres secciones centrales, las que corresponden al
desarrollo o cuerpo del trabajo, están en realidad abiertas a la posterior
subdivisión: cada una (especialmente el marco teórico y el análisis de datos)
puede estar constituida a su vez por varios capítulos, y estos a su vez por
secciones o puntos específicos.
Veremos algo más adelante lo que
ocurre con lo referente al marco teórico, puesto que su división en capítulos
supone a veces problemas bastante complejos. La metodología, en cambio, es más
fácil de desarrollar: suele partirse de las consideraciones más generales -que
incluyen, cuando es oportuno, el tratamiento de los aspectos epistemológicos-
para luego definir, explicar y justificar la estructura de diseño adoptada. De
allí se pasa al examen de las técnicas empleadas, analizando y relatando a la
vez las dificultades concretas que han surgido en su aplicación. Si éstas son
disímiles entre sí conviene abrir una sección especial para cada una.
En cuanto al análisis de los datos es
preciso tener en cuenta el encadenamiento de los elementos individuales que lo
componen. Ello significa que habrá que crear secciones particulares para tipos
específicos de datos, congruentes entre sí, y ordenar éstas de modo tal que el
análisis pueda ir realizándose sin saltos bruscos, de una manera que facilite
la continuidad de la lectura. Veamos un ejemplo.
Supongamos que hemos realizado una
investigación basada en el diseño encuesta, orientada a conocer las opiniones
de los usuarios que han comprado una determinada marca de automóvil. El propio
cuestionario, si está bien estructurado, nos permitirá ir trazando una división
entre grupos de datos con sentido propio. Tales agrupamientos podrían referirse
a: descripción de la muestra; antecedentes y hábitos de compra; motivos de
compra; opinión respecto a diversos aspectos del producto: exterior, espacio
interior, tablero de mandos, manejo, rendimiento, etc.; opinión global;
expectativas respecto a futuras compras, etc. Cada una de estas partes podrá
estar constituida por uno o varios cuadros seguidos del análisis correspondiente,
así como de una apreciación global de los resultados que contiene. El conjunto
de estas secciones conformará el capítulo de análisis de datos o de resultados,
según se prefiera llamarlo.
Si la información es suficiente y
admite en sí subdivisiones mayores, resultará conveniente dedicar varios
capítulos al análisis. Así ocurriría en una investigación sobre la evolución de
la economía de un país, por ejemplo, donde podrían aparecer los siguientes
capítulos: 1) producción y consumo; 2) exportaciones e importaciones; 3)
mercado de capitales; 4) empleo; 5) actividad del sector público. Naturalmente,
cada uno de estos capítulos abarcaría la información y el análisis específico
de los temas mencionados, pudiéndose a su vez dividir en varios puntos. El
segundo, v.g., se ocuparía de la balanza comercial, los movimientos
internacionales de capital, las reservas, etc.
Este mismo ejemplo nos proporciona la
oportunidad de hacer una observación que puede resultar valiosa: en una
investigación como la mencionada no es preciso, estrictamente, que los datos
sean precedidos por un "marco teórico", en el sentido tradicional del
término. La razón de ello es que no es posible formular al respecto
proposiciones novedosas ni se hace necesario explicar detenidamente en qué
consiste cada variable, puesto que ellas son suficientemente claras para
cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de la economía. El primer capítulo
de la tesis, por lo tanto, debiera ocuparse de otros temas: de los objetivos de
la investigación, de la forma peculiar en que se presenta el problema en
función de tales objetivos, de la mayor o menor atención que se dedica a cada
punto, del tipo de análisis efectuado. Tales aspectos, por cierto, caben
también en una introducción, si el autor prefiere organizar las cosas de esa
manera.
Criterios de Ordenamiento
Los casos anteriores muestran la
relativa facilidad conque se puede confeccionar un esquema expositivo básico
para el caso de ciertos trabajos científicos. Pero hay muchos otros en que la
complejidad de la materia expuesta nos obliga a reflexionar de un modo más
cuidadoso, porque son varias las posibilidades que se abren y la selección
entre ellas resulta ardua. Lo mismo ocurre, en otras ocasiones, para la parte
específicamente referida al marco teórico.
Examinemos la cuestión un poco más de
cerca. Uno de los métodos básicos para construir un esquema consiste en tener
presente el nivel de abstracción o de generalización de cada aspecto de lo que
se intenta transmitir, para evitar así que se produzcan bruscas transiciones,
"saltos" entre una parte y otra. De ese modo la información general
que se posee previamente a la investigación y que se va a utilizar en ésta se
agrupa en el marco teórico; los elementos más concretos -los datos y su
análisis- se colocan luego, partiendo casi siempre del nivel de lo más
particular hacia lo más abarcante; los aspectos generales que se desprenden de
lo analizado, por último, se suelen ubicar en los capítulos finales, si no
directamente en las conclusiones. Esa es la lógica interior del esquema que
venimos examinando hasta aquí.
Otro criterio ordenador que ya hemos
mostrado en los ejemplos es aquél que nos lleva desde un elemento antecedente
hasta otro que es consecuencia del primero. Parece natural colocar las
expectativas de compra de los consumidores después de la opinión sobre los
productos que actualmente usan, puesto que sus decisiones en materia de nuevas
adquisiciones estarán vinculadas, sin duda, a sus presentes experiencias. Este
criterio es muy útil cuando se trata de ordenar información que posee el mismo
nivel de abstracción: en este caso una de las secciones resulta tan concreta
como la otra, y el criterio que mencionábamos en el párrafo anterior no nos
serviría para ordenar el material. Por ello se emplea aquí la regla de tener en
cuenta cual de los aspectos puede considerarse como generador o antecedente del
otro.
Del mismo modo esta norma puede
extenderse, con facilidad, al caso de informaciones o problemas que se
desarrollan según una secuencia temporal. Surge así la clasificación del
material según un criterio histórico, que permite organizar sin mayores
inconvenientes la información existente y se hace perfectamente comprensible
para cualquier lector. En este mismo libro podrá apreciarse una aplicación
indirecta de tal principio: todos los capítulos de la segunda parte están
ordenados según una secuencia ideal que muestra el camino que recorre el
tesista desde que comienza a elegir su tema hasta el momento en que defiende su
trabajo ante un jurado.
Si un tesista logra combinar los tres
criterios mencionados -el que distingue entre lo general y lo particular, el de
antecedencia y consecuencia, y el histórico- podrá elaborar, casi sin
excepción, un buen esquema expositivo para su trabajo.
Veamos ahora otro ejemplo, que nos
permitirá apreciar mejor cómo se aplica esta estrategia de combinación a casos
más complejos. Nuestro tesista, supongámoslo así, es un antropólogo que intenta
registrar la evolución de cierta danza popular esclareciendo, a su vez, las
causas de su actual resurgimiento en cierta región. El tema, por cierto, no se
presta a un desarrollo simple: en la exposición final tendrán que aparecer
elementos históricos -ello es necesario si se habla de evolución- teóricos y
empíricos de diversa naturaleza. Un orden puramente temporal no parece
adecuado, puesto que la investigación tiene que examinar de algún modo la
hipótesis planteada, pero el esquema comentado más arriba, en 8.3.1, tampoco
resulta directamente aplicable, porque su simple estructura no deja mayor
espacio para la incorporación de antecedentes históricos. Para resolver esto
podemos partir de una división muy general, del siguiente tipo:
1.- La danza popular "NN". Caracterización
general, origen, primeras manifestaciones conocidas.
2.- Desenvolvimiento histórico. Variaciones regionales.
Evolución en la región oriental.
3.- Causas de su desaparición en algunas regiones:
hipótesis adelantadas, verificadas y aceptadas.
4.- El resurgimiento de "NN" en la región oriental.
Factores que se han hecho presentes: examen de los datos primarios y
secundarios. Formulación de la hipótesis.
5.- Análisis de los factores (del punto 4) en relación a
las hipótesis preexistentes (punto 3). Verificación de la hipótesis propia.
6.- Conclusiones.
Obsérvese que éste aún no es el
esquema terminado, el modelo completo y explícito con que se habrá de
estructurar el informe, sino un esqueleto básico del mismo en el que cada
punto, todavía, ha de trabajarse bastante. La forma general, sin embargo,
parece ya la adecuada puesto que permite ordenar todo el material de
importancia de modo que el discurso se desarrolle con cierta fluidez. El primer
punto, por ejemplo, es en parte histórico y en parte teórico: nos permite
exponer el concepto de "NN" que habremos de trabajar y nos ofrece
además un inicio para la descripción histórica del punto dos.
A partir de allí se abren a la vez dos
líneas de desarrollo: por un lado es preciso exponer cómo se ha explicado la
decadencia de la danza popular "NN", acaecida en casi todas partes,
para poder así efectuar un contraste con lo ocurrido en la región oriental; por
otro lado es preciso demostrar que, en esa región concreta, ha habido
efectivamente un resurgimiento de esa expresión folklórica, mediante datos
apropiados y completos. El orden escogido se basa en que las hipótesis sobre el
retroceso de "NN" (punto 3) son de tipo general y, en algún sentido,
previas a la expansión en la región del estudio. Además es preciso que los
contenidos referentes a la región que nos interesa se sitúen hacia el final,
para permitir el examen de las hipótesis del tesista sin tener que interrumpir
el discurso general.
El punto 5, el que parece más confuso
en el esquema, se basa en un supuesto fundamental para la tesis: examinando los
factores presentes actualmente en la región del estudio y comparándolos con los
se que consideraron causa de la desaparición de "NN" en otras
regiones se podrá entender -por vía de la contraposición- cuáles han sido los
elementos que han condicionado el resurgimiento que interesa explicar. Tal
supuesto pudiera resultar falso, o imposible de comprobar. Eso aquí no nos
interesa, pues en nada daña la calidad del ordenamiento presentado.
Ya hemos dicho que éste no es,
todavía, el esquema final. Estos instrumentos de trabajo, por cierto, deben ir
haciéndose y rehaciéndose varias veces a lo largo de un trabajo, especialmente
durante la fase final, cuando ya estamos escribiendo y poseemos todos los datos
fundamentales de la investigación. El siguiente paso sería partir de este
esquema básico, suponer que la tesis ha de tener seis capítulos, y clasificar
la información disponible de acuerdo a ellos. Luego se podrá pasar a trabajar
cada uno de los capítulos, dividiéndolos en secciones más particularizadas. Así
el número 4, posiblemente, deba ser descompuesto en varias secciones o nuevos
capítulos, puesto que es probable que su contenido resulte demasiado amplio.
Para cada una de estas partes se podrá proceder del modo indicado, volviendo a
emplear los criterios ya mencionados y construyendo esquemas parciales que se
insertarán dentro del armazón general ya trazado.
Tomemos el punto 2, como muestra de lo
que hay que realizar. Su contenido, en principio, no resulta simple: abarca
tanto una historia general como un aspecto geográfico, que nos permitirá
profundizar mejor en cuanto a la región oriental. Para resolver la dificultad
de tomar en cuenta ambos criterios, temporal y espacial, debemos acudir al
expediente de periodizar la secuencia histórica, dividiéndola en tramos que
posean una cierta unidad interior. El desarrollo del capítulo, entonces, podrá
hacerse sobre la siguiente base:
Capítulo 2: La Evolución de "NN"
2.1.- Problemas Generales (periodización y división
regional)
2.2.- La Evolución Durante el Período 17..-18..
2.2.1.- Aspectos Generales
2.2.2.- Las Regiones Sur y Occidental
2.2.3.- La Región Central
2.2.4.- La Región Oriental
2.3.- El Período Reciente: 18..-19..
2.3.1.- Transformación y Decadencia
2.3.2.- Las Regiones Sur y Occidental
2.3.3.- La Región Central
2.3.4.- La Región Oriental
2.4.- Singularidades de la Región Oriental dentro de una
Apreciación de Conjunto.
Queremos destacar, a través del
ejemplo precedente, algunos elementos que deben tomarse en cuenta para la
elaboración de esquemas:
a) La forma en que se combina el orden histórico -aquí
más general- con el geográfico, que aparece como subordinado al anterior. Ello
permite integrar ambos criterios en un conjunto coherente. Naturalmente, en
otros casos puede ser más lógico proceder de distinta manera, supeditando la
exposición histórica a un ordenamiento geográfico más amplio.
b) La existencia de dos secciones, 2.1 y 2.4, que
preparan y cierran el desarrollo central. La primera advierte al lector sobre
el criterio que se seguirá en la exposición, sirviendo así de justificación; la
última sirve como conclusión parcial, específica del capítulo, pero es útil
también para centrar la atención sobre la región oriental, que se ha
privilegiado temáticamente.
c) Los títulos, como se notará, no son los definitivos.
Ellos pueden definirse mejor cuando ya se emprenda la redacción del trabajo.
Por ahora lo que interesa es simplemente registrar el tipo de contenido que
cubrirá cada sección.
El lector interesado en el problema de
los esquemas expositivos podrá hacer ahora un ejercicio: desglosar los
elementos del que será el capítulo 3 de esta imaginaria tesis. Para ello tendrá
que suponer que las hipótesis y teorías que se mencionan allí pueden ordenarse
según el tipo de factor al que aludan y de acuerdo, además, al grado de
verificación y aceptación que las mismas tengan.
Cuando ya se haya definido la
estructura básica del esquema será conveniente que se realice otra tarea,
necesaria para precisarlo y clarificarlo. Ella consiste en redactar, muy
brevemente, una explicación con los contenidos a desarrollar en cada punto. Se
trata de escribir apenas unas cuantas líneas, de hacer una descripción
sintética que sea capaz de orientarnos luego, cuando llegue el momento de
comenzar a escribir.
Nos parece oportuno, antes de cerrar
este capítulo, hacer una recomendación de importancia: no se aprende a
construir buenos esquemas expositivos sino por medio de la práctica, a través
de ensayos y experiencias sucesivas. Es útil al respecto consultar con
frecuencia los índices de libros y escritos de todo tipo, tratando de percibir
en ellos la lógica interior que los recorre; es conveniente también buscar el
consejo de personas habituadas a las labores de redacción científica. Pero, en
definitiva, lo esencial es trabajar con ahínco y sistemáticamente hasta
alcanzar a dominar este tipo de tarea intelectual.
Ejercicios (Sólo para Maestría en Tecnología Educativa)
Enviar respuestas a mi correo (plugano@gmail.com)
OJO - ESTE TRABAJO ES INDIVIDUAL
Partiendo de los resultados de la aplicación del cuestionario sobre el consumo de bebidas alcohólicas por gente joven, redacten un ensayo que presente los resultados obtenidos y sus conclusiones sobre el tema. Envíen sus aportes a mi correo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario